'La Última Tentación de Cristo' (La Pasión según Scorsese).

Ahora que acaba la semana santa, no es mala fecha para echar la vista atrás y rescatar esta película que enfoca la figura de Jesús desde un punto de vista mucho más humano del que Hollywood acostumbra...


Adaptando una novela de idéntico nombre del escritor Nikos Kazantzakis, Martin Scorsese se apoyó en el talentoso guionista Paul Schrader , en un binomio que venía aportándoles éxito y reconocimiento desde que estrenaran la mítica 'Taxi Driver' en 1976.

Willem Dafoe encarna a un Jesús de Nazaret, que al comienzo de la historia talla cruces y tiene continuos espasmos y dolores síntomas de lo que sospecha es la posesión de Dios, que encuentra en Judas (fantástico Harvey Keitel), a su mejor y más fiel amigo,que tiene una relación bastante tormentosa con María Magdalena (Barbara Hershey).

Alejándose más o menos de lo ya conocido por todos, Jesús acaba en el Golgota y es a partir de aquí cuando la película se torna en un interesante ensayo de infinitas interpretaciones, en el que un Arcángel saca a Jesús de la cruz en el último momento y lo devuelve a la vida, vida que aprovechará para tener hijos con María Magdalena y que tras los años en su lecho de muerte comprende que todo fue una treta de satán que así evitó que Jesús se convirtiera en la figura que Dios quería.

Interesante y rarísima película que cuenta con momentazos como el de discípulo que sabiendo que Cristo no murió en la Cruz, miente porque sabe que sin este hecho la gente no tendría fe, incluso después de comprobar personalmente que Jesús sigue vivo...

Lástima que teniendo valor para hacer todas esas elucubraciones y sin atisbo de miedo o autocensura a la hora de tratar temas polémicos, la película quedase enterrada por la polémica y los sectarismos de los de siempre, cuando paradójicamente  la película trata de explicar algunas de las incoherencias que más deberían inquietar a esos cristianos de bien que en países como Chile la mantuvieron censurada hasta 2003.

Muy recomendable aunque quizá demasiado onírica para según que personas, con una genial fotografía de  Michael Ballhaus y una absorbente música de Peter Gabriel, tentadora para los católicos de libro y atrayente para aquellos que creyentes o no tengáis interés por el personaje histórico-religioso.